La pandemia del coronavirus produjo a lo largo del 2020 cambios tectónicos en casi todos los órdenes de nuestra vida: cómo vivimos, donde vivimos, donde trabajamos, lo que cuenta.
El mundo se paró y nos secuestró la incertidumbre. Pero si reflexionamos el 2020 no fue cancelado. Más bien, es uno de los años más importantes de nuestra vida por la información y aprendizajes que nos trajo.
Ahora comenzando el 2021, debemos filtrar lo aprendido y transformarlo en esperanza como motor de mejora en todas nuestras áreas personales y profesionales.
La esperanza nunca muere del todo. Se plantean y surgen nuevos objetivos.
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